El espartano

Viendo la segunda parte de la película 300, observo una tendencia a convertir determinados films de acción con un componente épico en casi recreaciones de juegos para videoconsolas. La misma sensación me ocurre con la trilogía del Hobbit. Sin embargo, 300 me parece un caso totalmente diferente. La película es una adaptación de una novela gráfica y conjuga de manera genial la estética del cómic, el cine y la historia, no tanto por su fidelidad y rigor si no capturando la esencia y el componente épico del episodio. Un caso similar me sucede con El Cid de Anthony Mann, interpretado por Charlton Heston. Fusiona historia, leyenda y literatura, adoleciendo en ocasiones del rigor histórico, pero creo que es un sacrificio tolerable teniendo en cuenta el resultado final.

Comic 300 (01)

El episodio sobre el que trata 300 es la batalla de las Termópilas y, Leónidas en Las Termópilas, Davidmás concretamente, en el papel que jugaron los espartanos en dicho enfrentamiento. Aunque lo intentemos ver desde una perspectiva histórica objetiva y siendo conscientes de lo terrible que resulta la guerra, es difícil no tomar posiciones en el asunto. No desde la demagógica lucha de civilizaciones, ni siquiera como herencia de la cultura clásica, si no por un motivo más universal: la injusticia. Hablamos de un ejército invasor y un ejército invadido.

Pongámonos en la piel de un espartano. Ha nacido en la dura tierra de Esparta y desde pequeño le han educado para la guerra. Es un honor defender su patria y su pueblo. No hay debate ético sobre la guerra porque siempre ha estado ahí. Es la naturaleza del hombre. Siempre va a haber alguien dispuesto a arrebatarte lo que es tuyo. Hoy son los persas, como ya lo fueron años atrás durante la Primera Guerra Médica. Pero también combaten con frecuencia con otras ciudades estado griegas.

Un inmenso ejército persa vuelve a invadir suelo heleno, liderado por el rey Jerjes. Los griegos dejan a un lado sus diferencias y se unen para tratar de frenar al coloso venido de oriente. El plan inicial fracasa. Hay que retroceder y reagruparse. Pero los persas son muchos y sus avanzadillas ganan terreno. No lo conseguirán y serán aniquilados. Todo Grecia caerá. Pero el espartano piensa en los suyos y en su patria. El espartano no es solo un guerrero. Es un hombre inteligente y un buen estratega. Sabe que hay una posibilidad. No tiene más simpatía por un ateniense o un tebano que por un persa. Pero para derrotar al invasor necesitan estar unidos. Y para conseguir reagruparse y combatir otro día es necesario una audacia. Más que eso. Un sacrificio. Deben defender el angosto desfiladero de las Termópilas. DibujoEse es el único lugar donde pueden hacer frente a los persas y contenerles durante algún tiempo, pues la superioridad numérica se mitiga ante la caprichosa naturaleza. Una esperanza, un muro de piedra y acero. El sacrificio de unos para la salvación de otros. Por ello el espartano no duda ni un instante. La única posibilidad de salvar a los suyos está allí. No lo hace por el resto. Lo hace por honor. Lo hace por Esparta. Y también por orgullo, porque sabe que cualquier otro no sería capaz. Sabe que va a morir. Pero morirá matando, luchando hasta el último aliento y ese último aliento tardará en llegar. Lo suficiente.

Grabado

El espartano es Leónidas, pero también lo son cada uno de los trescientos. Por que conocen a la perfección lo que tienen que hacer. No saben hacer otra cosa, pero para lo que les han adiestrado son los mejores. Se mueven todos como uno solo. Contienen las cargas con sus escudos, muerden con sus lanzas. Una y otra vez, sin descanso, sin piedad. Las oleadas de persas se van sucediendo y mueren en la orilla, una tras otra, dejando una multitud de cadáveres como una playa llena de sedimentos. El pánico atenaza a los persas que empiezan a ver ese muro de hombres infranqueable. La moral del ejército invasor se hunde. Pero, como sucede muchas veces en la historia, sobrevuela la sombra de la traición. Y tiene que ser un griego el que indique el camino a los persas para sortear el desfiladero y caer sobre la retaguardia espartana. Efialtes es el nombre que ha quedado en la historia como sinónimo de infame.

Así, el espartano al tercer día se ve rodeado y ve como esta vez, uno tras otro van cayendo los 300. Caen con la espada en la mano, teñida con la sangre de los enemigos, el valor y el orgullo intactos. El espartano que ha sorteado miles de flechas, tantas que podrían llegar a ocultar la luz del sol, siente ahora las punzadas cada vez que se derrumba uno de sus hijos, de sus camaradas. Resiste y se bate hasta la extenuación. Como en los frisos de los palacios persas el león herido aún puede mostrarse temible y peligroso. Asurnarsipal cazando leonesYa, herido de muerte, el espartano yace en el suelo. Sabe que ha sido suficiente. Grecia acabará resistiendo. Con esa certeza fija sus ojos en el inmenso azul que se abre a través de la cortina de polvo. Y mira al cielo por última vez.

300 (03)

About Jorge Fernández-Alva

Historiador de Arte.
This entry was posted in Cine, Historia and tagged , , , , , , , , , , , , . Bookmark the permalink.

1 Response to El espartano

  1. masobesi64 says:

    Espero que te agrade esta nominación que te hago desde mi blog hipnosnews, solo deseo que lo disfrutes y lo compartas.
    Saludos.

Leave a reply to masobesi64 Cancel reply