Sansón

Imagino que a casi todo el mundo le habrá ocurrido alguna vez ese tipo de casualidades o recoveco caprichoso de la mente mediante el cual, por ejemplo, recuerdas de pronto una película que hace mucho tiempo que no ves y al día siguiente te la encuentras programada en el periódico o te das de bruces con ella cambiando de canal.

Bien, pues algo similar me ha ocurrido hace poco con un personaje: Sansón. Desde pequeño me atrajo esta figura al ver la película Sansón y Dalila de 1949 dirigida por Cecil B. De Mille. Sanson y Dalila (cartel02)Victor Mature interpretaba al héroe bíblico, invencible, capaz de matar a un león con sus propias manos (en claro paralelismo con Hércules) y derrotar el solo a todo un ejército enemigo. Finalmente, sería vencido a causa de una mujer, Dalila (Hedy Lamarr en la película), a quien reveló el secreto de su fuerza que radicaba en sus cabellos. La traición se cierne sobre él y tras raparle es entregado a sus enemigos.

Sansón ha sido un tema bastante recurrente en la Literatura y el Arte, retomado en el Renacimiento, explotado en el Barroco y prolongado con mayor comedimiento hasta la actualidad. Novelas, ensayos, películas, canciones y óperas se han escrito sobre el personaje pero, sobre todo, se ha inmortalizado a través de la pintura. Las obras pictóricas son cuantiosas, destacando las realizadas por Mantegna, Lucas Cranach, Van Dyck, Rembrandt o Luca Giordano.

Sin embargo, para mí la obra más destacada es Sansón y Dalila de Rubens. Además, es el origen de esta disertación pues recientemente tuve la suerte de verla en persona. Era mi primera visita a la National Gallery de Londres y había programado las obras imprescindibles. He de aclarar que no incluía a Rubens ya que en el Museo del Prado tenemos una grandísima muestra de sus obras con lo cual otorgue preferencia a otros grandes artistas u obras que no he podido contemplar en vivo. Cuando ví el cuadro recordé su estudio, tantas veces observado en papel, diapositivas o en la pantalla de un ordenador. Identifiqué la temática, contemplé el estilo tan característico del artista flamenco e incluso evoqué la película mencionada.

Sansón y Dalila de Rubens

Aparte de su lucha contra el león (tema que también pintó Rubens en un lienzo conservado, creo recordar, en una colección privada de Madrid), esta es la imagen más evocada del héroe hercúleo: la escena con Dalila, donde el hombre enamorado, confiado, duerme plácidamente su embriaguez en el regazo de la mujer que le va a traicionar por unas monedas, sin sospechar que despertará sin su pelo, secreto de su fuerza sobrehumana.

Sansón apresado

Junto a las grandes obras proyectadas y algún grato descubrimiento, el lienzo de Rubens fue uno de los que mejor sabor de boca me dejó al salir del museo. Después comenzaría el cúmulo de casualidades, primero esa misma noche cuando el cartel de un teatro mostraba el rostro de Ángela Lansbury,Angela Lansbury a la sazón actriz en la susodicha película de Sansón del año 49, interpretando el papel de Semadar. Y, por otro lado, dos días después, ya en Madrid, repasando el Facebook, una página de grandes obras de la historia del arte había colgado ese día, entre otras, Sansón y Dalila de Lucas Cranach. Sansón y Dalila de Cranach

Para terminar, esa noche decidí ver alguna película ligera: Carrie. Pues sí, algo tiene que ver. En primer lugar, he de decir que no soy un gran seguidor de Stephen King. Salvo El resplandor y Misery no he conseguido leer ninguna de sus novelas. He visto bastantes de las adaptaciones cinematográficas y me parecen por regla general un fiasco a excepción nuevamente de El resplandor dirigida por Kubrick (eso sí, en versión original porque en castellano el doblaje de Verónica Forqué resulta más terrorífico que la propia película) y Misery, tremendamente angustiosa y con una actuación soberbia de Kathy Bates. A ellas añadiría la primera versión de Carrie de Brian de Palma, aunque el recuerdo lo tenía algo difuso. Por ello, decidí ver el nuevo remake, aunque con cierta reticencia porque el anterior de hace al menos 10 años me pareció malísimo. Esta vez, me esperaba poco pero no me desagradó. Un buen papel de Julianne Moore y de la chica protagonista, Chloe Grace Moretz. Aunque parezca una obsesión el final de la película evoca en cierta manera la muerte de Sansón.

La chica cree encontrar de algún modo la aceptación de sus compañeros y ve traicionada su confianza. Recibe una nueva humillación y se encuentra atrapada en un entorno hostil siendo objeto de exposición y burla. Y la única solución que concibe es usar su poder para inmolarse junto a quienes le han ofendido.

Sansón ciego columnas

Sansón ciego, cargado de cadenas, es llevado al templo de los filisteos para ser objeto de mofa y escarnio. La humillación y la rabia hacen hervir la sangre en sus venas. Desearía venganza. Daría su vida en el acto pues siente que ya no vale nada. La furia le hace aflorar una fuerza que creía extinguida. Se da cuenta que desde aquella noche fatal, durante su cautiverio infame, el pelo ha vuelto a crecer. A pesar de la ceguera vislumbra un hálito de luz en la insondable oscuridad de su alma. Pide que le coloquen entre las columnas del templo para poder sostenerse. El otrora temido enemigo parece ahora débil y desvalido. Crecen las risas y burlas, pero Sansón ya no las escucha. Siente de nuevo el poder y dirige a su dios una última oración, una súplica más bien desde su desgarrado corazón: “Señor, déjame morir entre ellos”. Entonces, empuja los pilares que comienzan a resquebrajarse. Cesan las risas y burlas, ahora la confusión y el pánico se apodera del lugar. Sansón se derrumba del esfuerzo al tiempo que se derrumba todo el edificio sobre la crueldad humana.

Sanson derribando columnas

 

 

 

About Jorge Fernández-Alva

Historiador de Arte.
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