La bandera de la Libertad

Me dispongo a cerrar la improvisada trilogía de artículos sobre uno de los períodos más trágicos de la historia de España (véase Recuerdos del Dos de Mayo e Ilustres fusilados), del cual se pueden rescatar, y merecen ser rescatadas, obras de arte que nos permiten visualizar o comprender un fragmento de los hechos, así como de los personajes que fueron protagonistas y dejaron su vida en el camino.

Aunque a veces no se recuerde, las mujeres han escrito grandes episodios en la Historia. Las guerras están asociadas a la infame condición humana, especialmente del hombre. Pero en ellas también se ven arrastradas las mujeres. Placa Clara del ReyDurante la jornada del 2 de Mayo en Madrid, muchas de ellas se echaron a la calle con valor y rabia. Los ejemplos más notables fueron Clara del Rey, que acudió junto a su marido e hijos al Cuartel de Monteleón, donde Daoíz y Velarde con un puñado de soldados y civiles se batían contra los franceses, y la joven Manuela Malasaña que, Manuela Malasañaaunque existen diversas versiones sobre su participación aquel día, fue una de las víctimas que quedaron registradas, trascendiendo su nombre y figura como símbolo de la injusticia y la lucha contra el invasor, no sólo en los años siguientes, sino hasta la actualidad dejando su nombre al célebre barrio madrileño.

Durante la Guerra de Independencia quien no recuerda a Agustina de Aragón. AgustinaSu episodio sucedió en el asedio francés a Zaragoza. Habiendo abierto una brecha éstos, se lanzó sobre un cañón desprotegido (puesto que los artilleros yacían muertos) para dispararlo contra los invasores y evitar el asalto a la ciudad.

Acabó la “guerra del francés” y se inició el reinado ignominioso de Fernando VII. Las conspiraciones y pronunciamientos para acabar con la tiranía se sucedieron, pero tras el breve triunfo que supuso el Trienio Liberal, se volvió a imponer el Absolutismo. De nuevo los liberales retoman su lucha desde la clandestinidad y algunas mujeres juegan un rol importante. Es el caso de la joven granadina Mariana Pineda, Mariana Pinedaquien adherida a la causa da cobijo en su casa a personajes perseguidos por el régimen.

Su implicación con los liberales que preparaban un levantamiento en Andalucía en 1831 provocó que fuera arrestada. La prueba incriminatoria fue una supuesta bandera liberal que Mariana habría bordado y que se encontraba en su casa (también se dice que fue introducida por la policía de Fernando VII). Tras el juicio donde se negó a delatar a los conspiradores, fue condenada a muerte y ejecutada mediante garrote vil.

Mariana Pineda en capilla (1862), Juan Antonio Vera Calvo

Desde ese momento Mariana Pineda pasó a convertirse en mártir de la causa liberal y por extensión de la lucha contra la opresión. El posterior movimiento romántico que gustaba por escoger temas históricos, eligió también a esta heroína, convirtiendo en obra de arte los instantes previos a su ejecución. Sin embargo, esta composición se me antoja en exceso idealista, transformando a Mariana en una especie de Séneca impartiendo su último discurso tras beber la cicuta. Creo que la literatura muestra un retrato más humano y desgarrador a través del genio de Lorca, paisano suyo que creció escuchando las canciones y cuentos populares que versaban sobre Mariana Pineda, así como los trabajos de recuperación de su memoria de Fernando de los Ríos (profesor y amigo del poeta), y decidió homenajearla en una obra de teatro.

LorcaLorca defendió la libertad a su manera, a través del arte, de sus obras. Pero como un siglo antes tuvo que encriptar sus palabras y sus sentimientos para huir de la tiranía moral e intelectual del gobierno y sociedad imperantes.

Dibujo de Lorca para Mariana Pineda

Madrid fue testigo del estreno de Mariana Pineda en 1927, con escenificación de Salvador Dalí. Fue un fracaso. La sociedad aburguesada en el teatro de Benavente no lo comprendió.

Mientras la fama de Lorca se extendía por el mundo, el odio hacia su persona crecía en su patria, hasta que al estallar la Guerra Civil fue vilmente asesinado. Fusilado como en el cuadro de Goya. Como el general Torrijos. Segado por el fanatismo y la intolerancia como los personajes de sus grandes tragedias. Como Mariana Pineda. Y convertido como todos ellos en protagonista de su propio drama. De nuestro drama.

La obra de Lorca, como todas ellas, merece la pena leerla y si se tiene ocasión verla representada. En uno de sus pasajes, haciendo referencia a la bandera liberal de Mariana dice así:

Ella debe dejar esas intrigas.
Y si borda, que borde unos vestidos
para su niña, cuando sea grande.
Que si el rey no es buen rey, que no lo sea;
las mujeres no deben preocuparse.

Pero hubo mujeres que se preocuparon, poniendo en juego su vida. Como Mariana Pineda que prefirió seguir bordando hasta su último aliento la bandera de la Libertad.

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Ilustres fusilados

A raíz del Dos de Mayo rememoré un par de lienzos (albergados en el Museo del Prado) que para mí guardan una gran fuerza expresiva.

Recordando la jornada histórica de 1808 en Madrid, elaboré un modesto homenaje a aquellos que dejaron su vida peleando en las calles. Los nombres más conocidos han pervivido en libros, monumentos, calles, plazas, placas conmemorativas, etc., pero hubo muchos hombres, mujeres e, incluso, niños anónimos que cayeron ese día.

Goya realizó un cuadro para reflejar aquellos sucesos. Concretamente eligió la escena que tuvo lugar en la montaña del Príncipe Pío (actualmente donde se sitúa el Templo de Debod). Allí los franceses condujeron a algunos de esos hombres y mujeres que se rebelaron aquel sangriento día y durante la madrugada fueron fusilados.

Fusilamientos Goya

De este modo, dichos personajes anónimos quedaron retratados como símbolo e identidad de un pueblo en la lucha contra la tiranía. Pero lejos del significado que hayan podido adquirir, o interesadamente se les haya querido otorgar, lo que se mantiene vivo es la obra de arte de uno de los mayores genios de la pintura, y el triste reflejo de la condición humana. Fusilamientos detalle 01Aquellos hombres que representaban la razón y el progreso imponían su orden a base de la fuerza y el miedo, mientras que los españoles, irracionales e incultos, sumidos en las tinieblas de una férrea religión y sometidos por reyes indignos y ministros corruptos, preferían morir antes que aceptar la opresión extranjera. Pero no por convicción, sino por orgullo, por vergüenza y por odio. Todo ello lo refleja Goya. Puros sentimientos. La masa informe y gris que forman los soldados, disparando sin piedad, movidos por la cólera y el miedo a aquellos hombres que se habían pasado el día acuchillándoles, apaleándoles y arrojándoles macetas y todo tipo de objetos desde los balcones. Por otra parte, Fusilamientos detalle 02las siluetas, muchas difusas, de hombres y mujeres que acudían a la muerte, temerosos, resignados y algunos, como el hombre que abre sus brazos, mirando a la cara a sus verdugos, con el rostro desencajado por el odio, la impotencia y la desesperación. Y la única luz que ilumina las tinieblas de la escena es el candil, como un presentimiento fúnebre del resplandor inminente de las detonaciones.

Goya despreciaba la guerra y así lo refleja en sus grabados. No busca víctimas ni verdugos, pone de manifiesto la sinrazón, la locura y el odio atroz que conlleva. Él era partidario de la razón y la ilustración, pero cuando vio que la manera de imponerla era la mentira, la fuerza y la injusticia no pudo evitar conmoverse por el sacrificio que la gente más humilde hizo aquel día, dando una muestra de irracional valor y desesperado coraje.

Ese pueblo de Madrid y después de toda España luchó contra los franceses durante 6 años hasta su expulsión. Toda la sangre derramada sirvió para devolver el trono a Fernando VIIfernando vii, que lo primero que hizo fue invalidar la Constitución elaborada en 1812 y agradecer con un reinado de tiranía y sangre el sacrificio de sus súbditos. El rey felón, ha sido el monarca más despiadado y pusilánime de la historia de España.

Ante la actitud desleal del monarca, surgieron muchos detractores que buscaron la manera de derrocarle y aquí surge el protagonista del otro cuadro al que hacía mención.

José María de Torrijos y Uriarte fue un militar de brillante carrera. A los 17 años era capitán y participó con Daoíz y Velarde en los sucesos del 2 de mayo madrileño. TorrijosDurante la guerra con los franceses jugó activos papeles en la defensa de Valencia y otras plazas de Levante. Fue hecho prisionero en Tortosa, logrando escapar y volviendo a la lucha. Al finalizar la contienda con sólo 23 años era coronel de brigada.

Tras haber combatido tantos años contra el invasor y poseedor de ideas liberales, como las que habían concebido la Constitución de Cádiz (abolida por Fernando VII), decidió participar en el pronunciamiento de Van Halen en 1817. Tras su fracaso fue encarcelado hasta ser liberado con el triunfo del pronunciamiento de Riego en 1820 que dio paso al Trienio Liberal.

Durante estos años combatió a los absolutistas y, después, a las tropas francesas que fueron enviadas para devolver a Fernando VII al trono, los conocidos como Cien Mil Hijos de San Luis.

Entonces Torrijos se exilió en Inglaterra y desde allí, años más tarde, planeó encabezar un nuevo pronunciamiento. Desde Gibraltar con 60 hombres tenía previsto desembarcar en suelo español e incitar a la rebelión. Gómez_MorenoSu antiguo compañero de armas y supuestamente amigo, Vicente González Moreno, le instó a que realizara el desembarco en las costas de Málaga donde él secundaria el levantamiento. Pero fue una trampa de otro de los inmundos traidores que pueblan las páginas de la historia de España (en el propio retrato se capta la vileza de su semblante).

Tras días de huida en los que las tropas realistas ponían cerco a Torrijos y los suyos, fueron apresados y sin juicio previo fusilados en la playa de San Andrés de Málaga. Aún el general Torrijos pidió afrontar el trágico final sin una venda en sus ojos, mirando cara a cara a sus verdugos y así fue inmortalizado medio siglo después en el lienzo de Antonio Gisbert, convirtiéndose en símbolo de la lucha contra la tiranía y el absolutismo.

Fusilamientos Torrijos

Alguien definió que el rostro de Torrijos en el cuadro refleja “los rasgos de nobleza y serenidad épicas, propios del héroe romántico, eternizados en la pintura”. Fusilamientos Torrijos detalle 02Más allá de esta visión propiamente romántica de la época, el pintor capta un gesto que bien pudo ser el del protagonista de esta historia. El rostro serio y la mirada perdida, en un postrero ejercicio de melancolía y resignación ante el destino de un país que no tiene solución, porque siempre se impone la traición, la codicia, la deslealtad, la mediocridad y la infamia.

Así fue el final de su vida. El valor, la integridad y la razón arrancadas de raíz. Torrijos había luchado en parte por aquellos hombres y mujeres anónimos que pintó Goya, fusilados por los franceses. Y había seguido luchando por liberar a ese pueblo del yugo de un rey tirano, hasta convertirse en protagonista de su propia pintura en la que es fusilado con sus compañeros por sus propios hermanos.

Fusilamientos Torrijos detalle 03

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Isidro, el primer madrileño

Hoy ha sido fiesta en Madrid. San Isidro, su patrón. Es una de las fiestas más castizas de la capital, a la par con las de “la Paloma”. ChulaposPodemos ver chulapos y manolas por doquier. También es de las más arraigadas por la tradición. Si no basta contemplar algunos cuadros de Goya como la Romería de San Isidro y, por supuesto, la Pradera de San Isidro, donde aún se reúne la gente para celebrar esta festividad, aunque con un ambiente menos bucólico.

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Sobre la vida y milagros del santo se ha escrito mucho. Era un humilde labrador que trabajó en Madrid para los Vargas, una de las familias más importantes de la época en la villa. San Isidro01También trabajó de pocero, extrayendo aguas de ríos subterráneos tan abundantes por aquel entonces y que ya en la Edad Media daban fama a la calidad del agua de Madrid. Se cuenta que era hombre devoto y que hizo varios milagros.

Su importancia definitiva vino con la beatificación en 1619, consagrándose como patrón de Madrid y fijándose su festividad el 15 de mayo. Además, en 1622 se celebró su canonización en una gran celebración presidida por el rey Felipe IV en la Plaza Mayor.

Iglesia de San Andrés actualmente

Pero el aspecto que no es tan conocido es el nacimiento de la devoción. Murió en Madrid en el siglo XII y durante muchos años permaneció enterrado en el cementerio de la iglesia de San Andrés. El recuerdo de su figura y el rumor de sus milagros tal vez quedara en las mentes de los lugareños y se magnificara con el paso de las generaciones.

En cualquier caso, en los albores del siglo XIII los sucesos sobrenaturales en torno a la vida de Isidro se extienden en la villa de Madrid. Son tiempos difíciles. Unos años atrás, en 1195, los cristianos habían sufrido un duro revés al caer derrotados en la batalla de Alarcos. Los almohades, musulmanes que han extendido su poder desde el norte de África, dominan Al-Ándalus y amenazan con conquistar el resto de la Península, empezando por Toledo y, consecuentemente, Madrid.

La crisis económica en Castilla también pasa factura, las cosechas han visto tiempos mejores, los precios se encarecen y los impuestos aumentan ante la necesidad de recuperar el reino y prepararse para una nueva guerra. En estos tiempos duros la fe gana adeptos para poder soportar las cargas de la oscura realidad y es necesaria la aparición de nuevas devociones donde depositar las esperanzas perdidas.

Batalla de Las Navas de Tolosa

Las treguas con los almohades se quebraron y el enfrentamiento armado era cuestión de tiempo. Finalmente sería el 16 de julio de 1212, en la famosa batalla de las Navas de Tolosa donde los ejércitos cristianos de Castilla, Aragón y Navarra vencieron a los musulmanes.

Esta historia tuvo su importancia en Madrid pues un contingente de milicianos de la villa acudió a luchar con el ejército de su rey Alfonso VIII de Castilla. De ahí que volvamos sobre la historia de Isidro pues, en vísperas de la partida de los madrileños a la batalla, se decidió exhumar el cuerpo del humilde labrador que tanto había dado que hablar.

Bien es cierto que el año anterior, 1211, había sido prolífico en cuanto a lluvias se refiere, obligando a remover las tierras del cementerio de San Andrés. Ya en 1212, semanas antes de la exhumación, un fuerte diluvio que se prolongó varias horas hizo que el arroyuelo que había junto a la iglesia y descendía hasta el arroyo de San Pedro (actual calle de Segovia) se desbordase, enfangando el camposanto, hundiendo lápidas y aflorando vestigios de tumbas y algún que otro hueso o cráneo.

San Isidro

Restos de San Isidro

Con lo cual la ocasión era propicia para reparar el desastrado cementerio y recuperar los restos de su célebre morador, los cuales resultaron aparecer incorruptos. En ese momento nace la leyenda de Isidro, el cual protegerá a los soldados madrileños en la batalla y será a quien brinden la victoria a su regreso.

No sé si realmente el cuerpo apareció incorrupto o en estado de descomposición, si aquel hombre hizo milagros o no, pero creo que resulta hermoso que en Madrid tengamos como patrón a un hombre humilde, que trabajó esta tierra para que algunos pudieran comer, extrajo agua de sus entrañas para que muchos pudieran beber, y dejó una huella que provocó tiempo después de su muerte que fuera recordado y, esos días especialmente difíciles, la gente depositara sus esperanzas en él. De eso hace 8 siglos y durante tantas generaciones los madrileños han salido a la calle dejando a un lado los problemas cotidianos y han bebido, comido, reído y disfrutado ese día, año tras año. Y aunque ya casi nadie recuerde quien fue, su nombre se sigue recordando y cada 15 de mayo en Madrid será San Isidro.cartel-san-isidro

Pradera San Isidro (detalle)

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Recuerdos del Dos de Mayo

Carlos IV

En 1807, el inepto rey Carlos IV y su ambicioso ministro Manuel Godoy, permitieron el paso de las tropas de Napoleón, su aliado, para la invasión de Portugal.

El ejército francés ocupa Portugal. Sin embargo, siguen entrando contingentes por el norte, unos se dirigen a Burgos, otros se encaminan por Cataluña y acantonan en Barcelona, otros hacen lo propio en Pamplona… El siguiente movimiento es mandar tropas con destino a Cádiz como prevención ante un posible ataque británico desde Gibraltar.

Han pasado varios meses y ya por febrero de 1808 son más de cien mil los soldados franceses en suelo español. Pero total, que va a pasar. Son nuestros aliados. Napoleón es como las buenas esencias… en recipientes pequeños y tal… seguro que está velando por la seguridad del país vecino por si atacan los ingleses…

Murat

En Madrid la cosa es especialmente preocupante. A principios de marzo llegan las noticias sobre la entrada de las tropas del general Murat con destino a Madrid. El sagaz Godoy vislumbra la posibilidad de que Napoleón les haya traicionado y pretende que los reyes se marchen a Sevilla por si acaso tuvieran que “hacer las Américas”, como el rey de Portugal. No hubo tiempo para ejecutar sus planes pues la noche del 17 de marzo se inició el famoso Motín de Aranjuez que concluiría con la detención de Godoy y la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII.

Fernando VII

La situación no mejora. El 23 de marzo Murat entra en Madrid. Días antes se han publicado bandos municipales para pedir al pueblo paciencia antes una situación “pasajera”. El día 24 Fernando VII deja Aranjuez y llega a la ciudad. Los intentos del rey, el ayuntamiento y el propio Murat porque no hubiese conflictos entre el pueblo y los soldados no fueron del todo fructíferos. Acusaciones de espionaje por parte de los franceses, riñas de taberna y otro tipo de encontronazos ya dejaron víctimas mortales la primera semana.

Fernando VII que esperaba a entrevistarse con Napoleón accedió a encontrarse con el emperador en Burgos, pero fue engañado y terminó por acudir a Bayona, en territorio francés, donde también fueron convocados Carlos IV y Godoy. El 30 de abril casi toda la familia real española se encontraba secuestrada en Francia y el pusilánime Fernando se plegaba ante Napoleón para salvar su pellejo dejando huérfano al pueblo que tan ingenuamente había depositado sus esperanzas en él.

Los madrileños, que llevan tiempo con la mosca detrás de la oreja, ven como en más de un mes el panorama no ha cambiado, hay miles de franceses concentrados en las afueras y todos los días tienen que aguantarlos campando a sus anchas por la ciudad, bebiendo vino en las tabernas, mirando con aires desafiantes a los hombres y molestando a las mujeres.

Francisco de Paula

Entonces se extiende el rumor de que se quieren llevar también a los infantes a Bayona (sólo quedaban María Luisa de Borbón y el joven Francisco de Paula). Vecinos de la ciudad y de las afueras deciden acudir al palacio a la mañana siguiente.

Madrid, 2 de mayo de 1808.

Allí, a primera hora, una muchedumbre empieza a agolparse. Los franceses sacan al infante para montarlo en un carruaje. De pronto, un grito rasga el aire aún fresco de la mañana: “¡Que nos lo llevan!”. Como un reguero de pólvora la voz se extiende y la multitud se abalanza para evitar el rapto del joven Francisco de Paula. Los soldados franceses dirigen los cañones contra el pueblo y disparan. En ese momento se desata la locura.

Palacio Real

La detonación se escucha en toda la ciudad. En torno al palacio la gente corre despavorida por las calles aledañas, las ventanas y balcones se llenan de ojos. Pronto el miedo y la sorpresa dan paso la rabia, tanto tiempo contenida, y el rumor de lo sucedido se torna en clamor popular. Mucha gente corre a encerrarse en sus casas, pero muchos otros se echan a la calle, armados con palos, navajas y cuchillos.

Los soldados franceses toman posiciones y se envían mensajeros a los cuarteles de las afueras. Algunos son interceptados y pasados a cuchillo. Las calles pronto se convierten en un hervidero. Se forman cuadrillas improvisadas, se levantan barricadas en plazuelas, se preparan emboscadas en estrechos callejones y gente desde sus casas hace acopio de todo objeto que pueda arrojar sobre la cabeza de los franceses.

Apenas una hora después del inicio de la revuelta, hacia las diez, la situación se hace más tensa. Un grupo de madrileños armados con fusiles ha tomado posiciones en torno al palacio y disparan contra los franceses. Murat envía refuerzos para acabar con este foco, pero los combates se han extendido por toda la ciudad. La siguiente medida es ordenar una entrada masiva por todas las puertas de la ciudad.

La resistencia es feroz y dramática, sucediéndose algunos episodios dignos de mención.

En el Hospital General (hoy Museo Reina Sofía) un grupo de cocineros y enfermeros se enfrenta a los franceses armados con palos y utensilios de cocina, expulsándolos inicialmente.

Cárcel de Corte

En la Cárcel de Corte (actual Ministerio de Asuntos Exteriores) los presos, soliviantados por los acontecimientos, piden la libertad provisional para apoyar al pueblo. Finalmente, ante un inminente motín se accede. Un grupo de reos se dirige a la Plaza Mayor, reducen y apuñalan a unos soldados que custodiaban un cañón, lo disparan contra los franceses y después lo inutilizan y se adentran de nuevo en las calles con los sables y puñales de los muertos en la mano. Lo más curioso es que al acabar la jornada, de los presos que sobrevivieron retornaron a la cárcel todos menos uno.

La antigua Puerta de Toledo vivió unas horas sangrientas de enconada resistencia por una tenaz barricada formada por carros, muebles, madera y todo lo que pudieron reunir sus vecinos. Aguantaron varias embestidas de caballería y artillería francesa hasta que fueron arrasados.

En la Puerta del Sol los enfrentamientos se recrudecieron según avanzaba la jornada pues allí confluyeron las tropas francesas que fueron entrando por las puertas de Madrid y arrinconaron a los defensores que retrocedían. Pero no se arredraron y como bien reflejó Goya en un duro y magnífico lienzo, los madrileños hicieron frente a La carga de los mamelucos cuchillo en mano, lanzándose bajo las patas de los caballos para destriparlos y derribar al jinete mientras otro se abalanzaba sobre él para apuñalarlo. Este cuadro refleja como ninguno lo que pudo ser aquel día. Los soldados experimentados con ojos llenos de pánico ante los diablos que los apuñalaban como posesos. Esos hombres no tenían miedo, sus ojos llenos de odio y su pecho inflamado de rabia no daba cabida a nada más.

Hacia la plaza

Pero si hubo un episodio que cabe resaltar y que identifica ese día fue el ocurrido en el Cuartel de Monteleón, en la actual Plaza del Dos de Mayo en el barrio de Malasaña (en honor de la joven Manuela Malasaña que perdió la vida este día ayudando a los sublevados).

Calle Malasaña              Malasaña

Los soldados españoles tenían órdenes estrictas de no actuar. Algunos, según avanzaba la mañana, se escaparon de sus cuarteles sin el uniforme para unirse al pueblo. Sin embargo, hubo dos oficiales que no pudieron soportar la pasividad de sus superiores ni la vergüenza de dejar a sus paisanos a merced de los franceses. Fueron Luis Daoíz y Pedro Velarde.

Daoíz y Velarde 02

Los dos capitanes se hicieron fuertes en el Parque de Artillería de Monteleón, con un grupo de soldados fieles y voluntarios civiles que se encontraban en las calles cercanas y fueron armados. A ellos también se unió el teniente Jacinto Ruiz, que estaba enfermo pero, ante el clamor de las calles, decidió unirse a la revuelta.

Organizada la improvisada defensa rechazaron una primera partida de franceses. Después hicieron lo propio con un nutrido batallón, ayudado por civiles armados desde azoteas y balcones. Los refuerzos franceses continuaron llegando y la lucha fue encarnizada. Finalmente, logran controlar las calles aledañas y desalojar a los tiradores. Por su parte, las tropas españolas menguan y la munición escasea. Cuando parece que el Cuartel se va a rendir y los soldados franceses se aproximan a la puerta se produce el episodio que forma parte de la historia y la leyenda de Madrid:

Jugándose el todo por el todo, el maltrecho cañón es disparado contra la puerta de madera del cuartel. Una lluvia de metralla y astillas barre la avanzada francesa. Cuartel de Monteleón 01Los españoles aprovechan la confusión para rematar a los caídos y coger prisioneros, mientras, el resto de soldados franceses huye por las calles. Al enterarse Murat entra el cólera y ordena arrasar el cuartel.

La artillería abruma las últimas defensas y un batallón se lanza al asalto. Ya no queda esperanza. Daoíz, al frente de unos cuantos soldados y civiles, sabe que es el final. Pero rendirse no es una opción y ni siquiera aquellos hombres corrientes lo harían, pues su sangre escupe odio. El teniente Ruiz hace tiempo que ha sido evacuado herido en un brazo y la espalda. El capitán Velarde cae al poco de iniciarse el asalto. El capitán Daoíz aguanta hasta su último aliento, herido y apoyado en el desvencijado cañón.

Cuartel de Monteleón 03

La jornada dejó un reguero de sangre y muerte en las calles de Madrid. Centenares de prisioneros que fueron ejecutados a sangre fría y en posteriores fusilamientos durante la tarde y la noche. En el Prado. En la montaña del Príncipe Pío…

Hoy es fiesta en Madrid, pero lejos de desfiles y actos institucionales, debe prevalecer el recuerdo de un puñado de hombres y mujeres que se levantaron contra el coloso que atemorizaba a Europa. No por amor a una bandera. No por fidelidad a unos reyes indignos. No les movieron excelsos ideales, sino la ira, la rabia y el odio. Se levantaron por ellos mismos, por sus padres, por sus hijos. Por su pequeña porción de libertad.

Daoíz y Velarde 01

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El Barrio de las Letras

Detalle del monumento a
Cervantes de Antonio Solá

Ayer se celebró el día del Libro. Pero cualquier día es bueno para conmemorarlo. Y que mejor manera que realizando un paseo por el madrileño barrio de las Letras para homenajear a tantos autores que allí vivieron, pasearon, crearon o, simplemente, son recordados mediante una placa, una estatua o una cita suya con letras doradas en el suelo que pisamos. Esos literatos han permitido a millones de personas durante siglos disfrutar de la lectura, soñar, evadirse a otros mundos, olvidar sus pesares y gozar, reír o llorar en el teatro. Si un dicho popular aseguraba que cientos de años atrás una ardilla podía atravesar la Península Ibérica sin tocar el suelo, de árbol en árbol, es seguro que podemos recorrer el barrio de Huertas desde el Paseo del Prado hasta la Puerta del Sol sin dejar de evocar alguna figura que ha dignificado la lengua castellana en cualquier plaza, calle o esquina.

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Ventura de la Vega,
por F. Madrazo

Podemos partir, por ejemplo, de la Plaza de las Cortes, junto al Congreso de los Diputados, contemplando la estatua de Cervantes del escultor decimonónico Antonio Solá. Si remontamos la carrera de San Jerónimo hacia la Puerta del Sol, podemos adentrarnos en el barrio de las Letras por varias calles. La de Santa Catalina, como anécdota, alberga el Registro de la Propiedad Intelectual, donde los escritores actualmente pueden inscribir sus obras. La siguiente calle lleva el nombre de Ventura de la Vega, escritor nacido en Buenos Aires y que fue enviado a estudiar a España cuando Argentina se levantaba por la independencia. Fue compañero de Espronceda, aunque se alejó del Romanticismo de este y cultivó una poesía más clásica y lírica, y un teatro en la línea del realizado por Moratín. Finalmente no regresó a su ciudad natal y murió en Madrid.

La Imagentercera calle es la de Echegaray, un polifacético personaje nunca suficientemente reconocido, sobre todo en su faceta literaria. Y es que José de Echegaray fue el primer Premio Nobel español de Literatura en 1904.

Pero nos internaremos por la siguiente, la calle del Príncipe para encaminar los pasos a la plaza de Santa Ana, y aún así obviaremos las calles de los poetas Nuñez de Arce o Álvarez Gato, siendo este último más conocido por la obra de Valle-Inclán, Luces de Bohemia, y el episodio de su protagonista Max Estrella con los espejos cóncavos del “callejón del Gato”.Imagen Incluso en la comercial calle Carretas podríamos evocar el desaparecido Café Pombo, donde Ramón Gómez de la Serna celebraba sus conocidas tertulias. Y hablando de cafés, en la calle Victoria aún se encuentra la Fontana de Oro, recordando el antiguo “café de los liberales” que inspiró a Pérez Galdós en su primera novela.

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Tertulia del Pombo, de Gutiérrez Solana

En la plaza de Santa Ana se encuentra el Teatro Español, edificado en el sitio donde en el siglo XVI estaba el corral del Príncipe, antiguo corral de comedias donde tantas obras se representarían en el Siglo de Oro. En la misma plaza conviven las estatuas de dos colosos: Calderón de la Barca y Federico García Lorca.

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Buscando regresar hacia el Paseo del Prado llegamos a la calle del León, donde se situaba el mentidero de los cómicos en el siglo XVII y donde nació un par de siglos después Jacinto Benavente (segundo Premio Nobel español de Literatura en 1922). Pero lo más curioso es que en apenas dos manzanas convivieron algunos de los más insignes escritores del Siglo de Oro: Lope de Vega, Cervantes, Góngora y Quevedo.

Excepto ImagenGóngora (que fue desalojado por su “enemigo” Quevedo) todos tienen su calle. El caso de los otros dos es curioso. En la calle Cervantes se sitúa la vivienda de Lope de Vega, hoy convertida en Museo. Y en la calle de Lope de Vega se encuentra el convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, convertida en última morada de Cervantes.

Pues bien, allí reposan los restos de Cervantes y tal vez sea él quien más se merezca este homenaje. El hombre que quiso escribir. Intentó triunfar como poeta y como autor de comedias que llevar a los populares corrales, pero fue la novela la que le consagró. Pero fue un camino duro. Alcalá, Valladolid, Córdoba, Italia. Allí como soldado embarcó en La Marquesa para participar en “la más alta ocasión que vieron los siglos”. Combatió en Lepanto y fue cautivo en Argel. Nápoles, Lisboa, Sevilla… Y Madrid. Pese a todo creó una obra inmortal que revolucionó la literatura y es la obra más leída y traducida del castellano, mundialmente famosa. Pero el mérito y la fama no acudieron a visitarle. Como tampoco nadie se acordó de él cuando estaba postrado en una cama esperando la muerte. Ese fue el oscuro y triste fin que le dio la ingrata España a su pluma más universal. Empobrecido y olvidado tras una vida en la que derramó tinta y sangre por su país. Dedicó su vida en cuerpo y alma para inmortalizar su nombre, pero murió creyendo que nunca lo conseguiría. Por ello, aunque a día de hoy posea incontables estatuas y monumentos, la mejor manera de honrarle es leyendo sus obras, y si alguna vez pasamos junto a los muros de ese convento recordar quien yace allí e invocar su ya inmortal nombre.

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Sjöstrom y El carruaje fantasma

Hablaba unas semanas atrás de los orígenes del cine y del revolucionario Georges Méliès que dotó de cierto toque de magia a este arte incipiente.

Poco a poco se fueron explorando nuevos caminos y fórmulas que ampliaron el panorama temático. Como no podía ser de otra manera, lo misterioso y lo sobrenatural fueron uno de los principales reclamos, llevándose a cabo los primeros ensayos de los que se nutrirá posteriormente el género de terror.

En estos tempranos años la temática fantástica de tintes fantasmales o metafísicos tiene su razón de ser en Europa, plagada de mitos ancestrales, leyendas medievales y ecos de la novela gótica del XIX. En Francia, aparecen los diez episodios de Los vampiros de Louis Feuillade, en 1915, aunque están más asociados a la trama policiaca, al suspense.

En Alemania se realizan dos películas precursoras, El estudiante de Praga (1913), que desarrolla el mito de Fausto, y El Golem (1915), basada en la novela homónima de Gustav Meyrink.

Cartel Der GolemEscena Der Golem

 

La fundación en Berlín de la productora y estudios cinematográficos UFA, en 1917, supuso el auge definitivo del cine alemán, que creará las grandes joyas expresionistas, verdaderos puntos de partida del género: la revisión de El Golem (1920) pero, sobre todo, El gabinete del doctor Caligari (1920) y Nosferatu (1922), inspirada en la obra de Bram Stoker, Drácula.

 

Nosferatu

Victor Sjöstrom

También en este momento el cine nórdico es uno de los referentes, principalmente en Suecia con las figuras de Mauritz Stiller y Victor Sjöstrom. Precisamente, en Suecia existe gran tradición de misterios, leyendas y mitología escandinava. Aquí aparece un título menos conocido que los anteriores, se trata de El carruaje fantasma (Körkarlen, 1921), una adaptación de la novela de Selma Lagerlöf (escritora sueca ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1909, siendo la primera mujer en lograrlo). Su director es el mencionado Victor Sjöstrom.

Körkarlen 02

Sjöstrom se inició como actor a las órdenes de Stiller en 1912 pero no tardó en dirigir películas, llegando a filmar más de 40 hasta 1923, año que se traslada a Estados Unidos.

En fotogramaEl carruaje fantasma, Sjöstrom traslada el lirismo de Stiller al miedo, a la muerte. La fuerza visual en torno a la aparición del fantasmagórico carruaje y su cochero es tremenda para este momento, algo que influirá en su discípulo, el genial Ingmar Bergman, para rodar la escena más inquietante de Fresas salvajes, que, por otra parte no pertenece al género, y en otros cineastas hasta la actualidad como Tim Burton. Tampoco hay que olvidar elementos como el uso de sobreimpresiones Fotograma01y flashbacks, así como la secuencia en la cual el protagonista rompe una puerta con un hacha… escena que ha pasado a los anales del cine a través del homenaje de Stanley Kubrick en El resplandor.

Victor Sjöstrom nos ha legado grandes películas y soberbias interpretaciones como actor, pero quiero resaltar esta obra donde creó el primer poema filmado de terror.

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Tesoros del barroco madrileño (I)

Madrid tuvo su primer gran desarrollo urbanístico en el barroco. Felipe II trasladó allí la corte en 1561 y a partir de este momento se produce un notable incremento demográfico y constructivo. Esta realidad se hace más palpable durante el siglo XVII.

Este periodo de siglo y medio convierte a Madrid en un foco artístico de primer orden, llenándose la ciudad de arquitectos, pintores o escultores que dejaron obras que aún perduran y han marcado la geografía e identidad madrileña. Algunos de estos edificio e iglesias se distribuyen dispersos. Muchos quedan fuera de los principales itinerarios turísticos, algunos tienen horarios o accesos restringidos, otros simplemente pasan casi inadvertidos cuando pasamos a su lado o tal vez su aspecto exterior no invita a imaginar el tesoro que albergan en sus entrañas. Este es el caso del primer ejemplo de esta serie:

San Antonio de los Alemanes en el plano de Teixeira (1656)

Iglesia de San Antonio de los Alemanes. Está situada en la esquina entre la corredera baja de San Pablo y la calle Puebla. También se llega en línea recta siguiendo la popular calle del Pez. A menos de 5 minutos de Gran Vía y Callao. Su arquitecto es el jesuita Pedro Sánchez que proyecta una planta oval (uno de los escasos ejemplos en toda España). Se inician las obras en 1624 y forma parte de un conjunto de iglesia y hospital (existente desde 1607) bajo el nombre de San Antonio, el santo por excelencia de los portugueses a quienes se dirige la construcción. Hay que recordar que en este momento Portugal era parte de la Corona española y existía en Madrid una importante comunidad lusitana. Por tanto, originalmente fue la iglesia de San Antonio de los Portugueses.

Sin embargo, Felipe IVlas guerras aumentaban al mismo ritmo que se debilitaba la monarquía de Felipe IV y en 1640 Portugal se independizaba. En 1668 España reconoce definitivamente la independencia después de infructuosos intentos de recuperación. A lo largo de estos años la presencia de ciudadanos portugueses disminuye notablemente, y el rechazo general no se debe exclusivamente a temas políticos sino también a la presión de la Inquisición contra los judaizantes y, si bien es cierto que existían muchos portugueses con dicha ascendencia, por esos años era más fácil levantar sospechas aunque fuesen infundadas.

Por estas causas el título de la iglesia no pudo durar mucho y la ocasión fue propicia para que la reina Mariana de AustriaMariana de Austria (esposa de Felipe IV e hija del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) lo dedicara a enfermos y peregrinos alemanes que formaban una pequeña comunidad. Desde entonces, la iglesia se llama San Antonio de los Alemanes (además, esta comunidad crecería años más tarde con la llegada en 1690 de la segunda esposa de Carlos II -rey desde 1665-, la alemana Mariana de Neoburgo).

El nombre de la iglesia tiene una historia curiosa, la planta elíptica es algo muy original, posee en la fachada una escultura de San Antonio obra de Manuel Pereira, en la cripta reposan dos infantas de Castilla (Berenguela, hija de Alfonso X “el Sabio”y Constanza, hija de Fernando IV “el Emplazado”, que fueron trasladadas procedentes del convento de Santo Domingo tras su desaparición)… Pero lo más valioso está en sus muros y en su bóveda. Es la intervención que hizo Luca Giordano a finales del siglo XVII sobre una serie de pinturas existentes realizadas por Francisco Ricci y Juan Carreño.

Autorretrato de Luca Giordano

Sin embargo, esta vez no desvelaré todo el secreto. Es fácil teclear el nombre en google y ver imágenes de su interior, pero quien no lo conozca y tenga la posibilidad de hacerlo creo que vale la pena conservar el misterio y disfrutar de la primera impresión que ofrece al cruzar el umbral de su puerta.

Ahí está y ahí sigue después de 360 años. Uno de los tesoros artísticos mejor conservados y más desconocidos de Madrid. Tal vez sea mejor así.

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*Nota: los horarios para visitarla siempre han sido un poco restringidos. Actualmente son de lunes a sábado de 11 a 13 y de 18 a 20. Y los domingos de 10:30 a 14.
Las misas para quien quiera asistir o evitarlas para una mejor visita son a las 12 y 19 (lunes-sábado) y a las 11, 12 y 12:45 (domingos).

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Los pinceles de Anguissola

Al hablar de la pintura en el Renacimiento enseguida acuden a la memoria los nombres de los genios: Botticelli, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, Durero, El Greco… Sabemos que hay otros muchos pintores de gran calidad, más o menos conocidos, mejor o peor estudiados. Sin embargo, hay personajes que no se les da todo el protagonismo que merecerían tener, no sólo por la belleza de su arte, sino por lo que su figura pueda representar en un momento histórico determinado y lo que su vida y personalidad pueda aportar a generaciones posteriores llegando hasta nuestros días.

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Este retrato pertenece a Anguissola. Podría no llamarnos demasiado la atención, pero resulta que el retratado es el propio pintor… Se llama Sofonisba y es una mujer.

Sofonisba Anguissola nació en Cremona, ciudad del norte de Italia. ImagenDesde joven fue educada en la pintura destacando por su gran capacidad para el dibujo y los retratos. Ella misma a lo largo de su vida hizo una gran cantidad de autorretratos, donde no solo podemos ver su evolución vital sino elementos muy importantes como es la propia conciencia como artista y mujer de su época. Se representa a menudo realizando actividades o con objetos, es decir, aparece con los pinceles ejerciendo la pintura, reivindicando su figura como artista, o bien tocando un instrumento o leyendo un libro, algo que demuestra su educación propiamente humanista y la equipara con cualquier hombre igualmente intelectual.

Estudió en Roma en el taller de Miguel Ángel y no había cumplido los 20 años cuando ya recibía encargos de las principales cortes del norte de Italia para retratar la nobleza local: Parma, Ferrara, Mantua…

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Isabel de Valois, copia de Pantoja de la Cruz del original de S. Anguissola

Pero hay un episodio en su vida que quisiera destacar pues la acerca a nuestra historia. Era rey Felipe II, quien acababa de concertar su tercer matrimonio. Su joven esposa, la princesa francesa Isabel de Valois, gozaba de una excelente educación y sentía predilección por la música y la pintura. Felipe, que era un ferviente coleccionista y mecenas, quiso traer distintos artistas al servicio de su mujer. Como por aquellos días España gobernaba la región de Lombardía, gozaba de excelentes contactos en el panorama artístico y el Duque de Alba fue uno de los artífices para que la afamada pintora italiana entrase al servicio de Isabel de Valois como dama de honor y maestra de pintura.

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Felipe II

Sofonisba llegó a Guadalajara en enero de 1560, antes que la propia Isabel de Valois lo hiciese para casarse con Felipe II en el palacio del Infantado. Desde entonces permaneció trece años en la corte donde estableció una estrecha relación con los reyes y sus hijos a los que retrató en numerosas ocasiones. Durante muchos años ha habido una serie de retratos, algunos de ellos los hemos podido contemplar en el Museo del Prado, que se creían de Sánchez Coello (pintor con quien trabajó estrechamente) pero son en realidad de Sofonisba.

En 1568 murió Isabel con tan sólo 22 años. Después de ello Felipe pidió a la pintora que permaneciese al cargo de la educación de sus hijas.

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Retrato de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela

En 1573 Felipe II concertó su matrimonio con Fabricio de Montcada, perteneciente a una ilustre familia de origen catalán, y que tenía sus dominios en la isla de Sicilia. Se casaron en la capilla del Alcázar de Madrid, con las pequeñas infantas y la reina (la cuarta esposa de Felipe) como testigos.

Su matrimonio duró apenas cinco años pues la galera de su marido fue atacada por los piratas y perdió la vida. Sofonisba, en una muestra de entereza y sincero afecto, le hizo el más bello homenaje que su arte podía brindarle, un lienzo donde se escenificaba el suceso y se llevaba su sepulcro en procesión como simbólica recuperación de su cuerpo que en realidad yacía para siempre en el fondo del peligroso Mediterráneo.

De vuelta a su ciudad natal conoció al capitán del barco en el que viajaba, más joven que ella, y contraerá nuevamente matrimonio con él. Un hecho que nos da una nueva muestra de su fuerte personalidad pues este tipo de sucesos no eran frecuentes debido a la mentalidad y rígida moralidad de la época. Pero Sofonisba siguió siendo una artista respetada, en Italia y por Felipe II, el monarca más poderoso de su tiempo.

Tuvo una extensa vida, rozando los 90 años, y aún siendo anciana fue retratada por un joven Anton van Dyck, que se convertiría en uno de los mejores retratistas de Europa. No obstante, lo más sorprendente es que continuó retratándose ella misma, con su rostro ajado, el gesto resignado y mirando al espectador con ojos cansados…, pero con la dignidad y el orgullo de ser quien era, de quien había sido.

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Un paseo por el Conde-Duque

El Conde-Duque, Imagenademás de ser el título por el que se conoce a Gaspar de Guzmán conocido valido del rey Felipe IV e inmortalizado en varias ocasiones por Velázquez, es también uno de los espacios culturales más importantes de Madrid.

Debe su nombre a ese título, sin embargo, la creencia de que corresponde al mencionado personaje, el Conde-Duque de Olivares se ha puesto en duda. La teoría se extendió a través de historiadores en el siglo XIX y principios del XX, pero estudios posteriores lo relacionan con el Conde de Aranda y Duque de Peñaranda o, recientemente, con el Conde de Lemos y Duque de Berwick. Pero estos líos no vienen al caso, si bien dejan claro la alegre repartición de títulos característica en nuestra historia y especialmente con los Borbones.

El Imagenedificio fue mandado construir por Felipe V como cuartel de Guardia de Corps, el cuerpo militar que se encargaba de la defensa directa del rey (introducido con la llegada de la dinastía borbónica). El encargado de llevar a cabo la obra es el arquitecto madrileño Pedro de Ribera. Inicia las obras en 1717 y proyecta una sobria construcción donde destaca, por su contraste, la ornamentadísima portada.

El complejo siempre ha tenido importancia en la ciudad por alojar el Archivo de la Villa (donde se conservan gran cantidad de documentos y manuscritos originales relacionados con la historia de Madrid desde la Edad Media), una biblioteca pública municipal y una biblioteca histórica, ambas con destacados fondos especializados en temas madrileños. La antigua biblioteca musical y filmoteca mantienen importantes fondos que han sido modernizados y absorbidos por la biblioteca pública y por la creación de una biblioteca digital.

A ello hay que sumar el Museo de Arte Contemporáneo (que permanece cerrado por obras), hemeroteca municipal, salón de actos, un teatro, un auditorio que organiza conciertos desde música clásica a contemporánea y, por supuesto, sus salas de exposiciones.

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Fachada interior antes de la restauración

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Fachada interior actualmente

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Caída de Babilonia, John Martin

Las exposiciones son la seña de identidad del Conde-Duque, son gratuitas y de temáticas muy variadas. He visto desde una exposición de piezas arqueológicas egipcias, pasando por los magníficos grabados de John Martin (pintor romántico inglés de la primera mitad del siglo XIX), hasta la actual de fotografía contemporánea de Alberto García-Alix. Son un fiel reflejo de un espacio ecléctico, un edificio sobrio y funcional acorde con su vocación militar pero con una portada barroquísima, joya de la arquitectura madrileña. Un cuartel desfasado revivido por los espacios adaptados llenos de libros, documentos, ordenadores que son usados por lectores, investigadores, amantes de la música y del cine. Unas salas de ladrillo abovedadas y frías pero que se vuelven cálidas con los focos que alumbran su nueva decoración de cuadros, esculturas y fotografías.

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Es sin duda el edificio que ofrece más variedad cultural por metro cuadrado, para todos los gustos, a tiro de piedra de Plaza de España y del barrio de Malasaña. Siempre es buena excusa dar un paseo por el Conde-Duque.

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Enlace para ver la programación del Centro Cultural Conde Duque:
http://www.esmadrid.com/condeduque/portal.do

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Atienza, centinela olvidado

Atienza es uno de esos pueblos con sabor añejo, donde aún es fácil retroceder al pasado e imaginar el aspecto de la villa medieval recorriendo sus callejuelas, observando sus iglesias y casas de piedra y aspirando el aroma de leña quemada.

Ya Imagencuando llegas por la carretera ves alzarse la población en un cerro elevado, dominado por los restos del castillo, marchitado por el paso de los siglos pero manteniendo aún la dignidad propia de su condición, de un tiempo en el que fue importante enclave en tiempos convulsos, bastión de tierras de frontera entre cristianos y musulmanes.

Repasando brevemente su historia, hay que remontar sus orígenes a tiempos celtíberosImagen, donde era habitual que estos levantaran sus fortalezas y castros en montes elevados sobre terrenos llanos, para fácilmente defender la posición y dominar el territorio circundante. Con el transcurso de la historia, los restos de ese primitivo enclave fueron aprovechados por los musulmanes cuando ocuparon la Península. Frente a sus muros pasó el Cid en su destierro (al menos eso dice el Cantar: Y fueron a descansar a Sierra de Miedes, a la derecha de las torres de Atienza, donde están los moros) y después será recuperado por los cristianos alternándose en manos de Aragón y Castilla. En esos tiempos la villa creció más allá de su primitiva muralla, creando un segundo recinto amurallado. Se construyeron las iglesias románicas de Santa María del Rey, la Trinidad, San Gil y San Bartolomé que aún conservan importantes restos de esta época (las tres últimas además albergan un museo en su interior con destacados restos arqueológicos y artísticos de la población y la región).

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Portada de Santa María del Rey

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Interior de la Iglesia-Museo de San Gil

 

 

 

 

 

Aún le tocó vivir días difíciles, de guerras fratricidas castellanas y como si fruto de ellas naciese, en una de sus casas vio la luz Juan Bravo, el insigne líder comunero.

Juan Bravo

Estatua de Juan Bravo en Segovia

La fortaleza y su villa fueron olvidadas cuando las guerras se alejaron de ella y quedaron a merced del duro clima castellano. Cuando atravesaba estos pueblos por carreteras secundarias recordé los versos del poeta que sintió así los Campos de Castilla:

Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
-no fue por estos campos el bíblico jardín-:
Son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.*

Hoy el pueblo aguanta como su castillo el paso del tiempo, resistiéndose a caer en el olvido. Y, desde luego, merece la pena encaminar los pasos hacia él y rescatarlo de su oscuro destino llevándolo con nosotros de vuelta en la memoria.

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*Versos finales del poema Por tierras de España de Antonio Machado.

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